domingo, 20 de julio de 2008

Zombi


Zombi

Mi situación es realmente catastrófica, estoy al borde del abismo O, para que ustedes dos me entiendan bien, de un precipicio, y para caer bastaría un empujoncito o algo de viento, aunque más bien sería un agujero negro, esos que según dicen tenemos todos en algún rinconcito del alma y en el que no conviene meterse porque vaya uno a saber con cuáles sorpresas se encuentra. Ya no sirve pensar hoy mejor no me hubiera levantado de la cama, porque todos los días son iguales. Y muchos peores. Llevo seis meses desempleado, no tengo ni un peso, mi mujer se largó y se llevó hasta el perico, en este semestre murió mi padre, mi equipo descendió y el gato... bueno, no sé si es posible pero parecería que quiere pasarse a la banqueta de enfrente, se volvió un auténtico mariposón. Hablando de banqueta, después que mi mujer se fue, como mi casa no tiene jardín y hacía calor, varios días sacaba una silla a la calle y me dedicaba no sólo a dejar pasar las horas sino también a estudiar al personal para intentar que algún alma caritativa, femenina, me refiero, pasase frente a mí y este hombre pudiese sacarse las ganas. Inútil. Así como los animales huelen el miedo de los humanos llegué a la conclusión que las mujeres olían mi situación de fracaso y casi todas cruzaban a la otra acera cuando se acercaban a mí. Ya que dije olfato, descubrí que el mío estaba castrado. Mi despido fue de improviso y ni siquiera me dejaron terminar la jornada laboral, normalmente hasta las 18 horas, así que salí a la calle con mi cheque de indemnización poco después del mediodía y llegué a casa como cinco horas antes de lo habitual, para encontrar a mi mujer encuerada, despatarrada en un sillón, vaso de tequila en mano, y cuando me vio huyó, literalmente huyó a bañarse. El que también huyó fue quien tocó el timbre mientras ella seguía en la regadera cuando el que abrió la puerta fui yo. Dedujeron bien: era, iba a ser, mejor dicho, su segundo tipo del día.
Por supuesto hubo más catástrofes en este tiempo, en mi caso no más de lo mismo sino cada cosa y cada día peor. Tuve que desempolvar el currículum y actualizarlo porque después de trabajar tres años en la misma empresa y con todos los estudios que había adquirido necesitaba agregarle varias cuestiones. Y pese a que lo envié a todas las direcciones que conocía y aun a las que no y encontré por Internet, la respuesta fue siempre la misma: cero, palabra inventada por los hindúes y contra lo que algunos creen no es sinónimo de nada. Por ejemplo, yo pude haber dicho que no conseguí nada pero la cosa fue aún peor porque hubo cero propuestas y hete aquí que cero es el resultado de restar los mismos números y eso fue lo que ocurrió, recibí similar cantidad de correos electrónicos a los que envié diciéndome no, gracias.
En fin, estos son simplemente algunos detalles para ilustrarlos a ustedes sobre cómo y por qué llegué a estar como estoy. Porque no tendría sentido hacer la enumeración de todo lo que me salió mal, nos pasaríamos horas y no alcanzarían los pañuelos de papel para que sequen sus lágrimas o bien dentro de diez minutos estarían tan hartos que alguno soltaría un “¡ya párale, pinche buey, que nosotros no somos tu jefa!”. En cuyo caso yo debería hacerles saber que desde la muerte de mi padre mi madre está tan shockeada que no habla ni oye, así que tampoco puedo recurrir a ella.
Aunque no los reuní para explicarles todo esto sino otra cosa. El día que me corrieron de la chamba yo estaba bastante distraído porque oía una música muy bonita pero.... cómo decirles, no era alegre, sonaba como una melodía tristona, de esas que tocan a veces en las iglesias supongo que para que nos sobrecojamos más de lo que ya nos sobrecoge el tamaño, ver a Cristo clavado y a los santos con cara de sufrimiento. Algo así. Una noche, hace exactamente cuarenta y cuatro días, valga la paradoja, la volví a escuchar mientras dormía y tuve una sensación placentera, no sé si por ella o porque soñaba con mi ex, hasta que el sonido del teléfono me despertó y me hizo olvidarla. Llamaban para anunciarme la muerte de mi jefe.
Al día siguiente, más bien unas horas después, en el velorio, ya saben, en medio del llanto y el dolor de toda la familia y soportando gente que va por cumplir pero sin ningún sentimiento, fue que me di cuenta: la oigo cada vez que me va a ocurrir algo malo. Hice memoria y recordé haberla escuchado aquel día antes de llegar a casa; en los minutos previos al partido decisivo que los bueyes de mi equipo perdieron y así en cada una de las cosas que me fueron pasando en este tiempo. Todas malas, como ya saben, o se imaginarán. Yo no creo en cuestiones mágicas ni tampoco en el destino, pero algo, algo hay que la hace sonar antes de alguna catástrofe. Además, ya comprobé que la oigo sólo yo, no los demás. Es curioso, porque por un lado me da temor escucharla y por otro siento gusto. Temor porque me pregunto y al rato o mañana qué, cuál nueva hecatombe se me viene encima; aunque también siento placer porque me hace dar cuenta que estoy vivo. No sé si alguna vez a uno de ustedes dos le pasó, supongo que no porque los tres somos jóvenes, yo más que ustedes, y el que voy a decir suele ser un sentimiento de ancianos, cuando creen que ya vieron y vivieron todo lo necesario, pero la verdad es que en ocasiones me siento un muerto en vida, una especie de zombi, y me pregunto para qué diablos seguir viviendo, que es lo que muchos de ellos sienten. No los zombis, los ancianos. Así que por eso recurrí a ustedes, porque hoy en la tarde, hace apenas unas horas, volví a escucharla y me dije ya basta, tengo que ver a alguien que me explique qué está pasando, si necesito una limpia o es que hay algo dentro de mí que convoca a todo lo negativo que le pueda pasar a una persona. Ya sé que usted es vidente y usted estudia fenómenos paranormales, por eso tenía sus teléfonos, porque no es la primera vez que pensé en acudir a gente que sepa de esto, y les agradezco que hayan querido verme de inmediato, en esta cafetería. A cambio se las pongo fácil, no les voy a pedir me digan cuál música es la que escucho, pero sí me gustaría saber qué me pasa y si en realidad esa melodía anticipa cosas pésimas o es simplemente producto de mi imaginación. Ah, y debo agregarles algo, nunca pude aprender la tonada así que no es que simulo oírla porque yo mismo la tarareo, no, tan así que un par de veces que la oí puse música de rock a todo volumen pero como si nada, igual sonaba en mis oídos. No se muevan, no los ven porque están de espaldas pero entraron dos tipos armados y están despelucando a todos, supongo que ahora vendrán hacia nosotros, o sea que la musiquita me anunciaba esto, que voy a morir, seguro que es a mí al que disparan, lástima, porque vale la pena vivir aunque sea como un zombi, no se dé vuelta, hágase el pendejo.
Híjole mano, cómo sangran por sus agujeros de bala el vidente y el paranormal.

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